Es quizá durante esos instantes, cuando lo veo alejarse, en los que él para mí existe con la más trastornadora evidencia; la alta silueta se empequeñece, dibujando a cada paso el camino de su regreso; desaparece, la calle parece vacía pero en realidad se trata de un campo de fuerzas que lo conducirá otra vez hacia mí como a su sitio natural; esta certidumbre me conmueve aún más que su presencia.
"La tristeza, uno puede llorarla. Pero la impaciencia de la alegría no es fácil de conjurar". -Simone De Beauvoir.
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